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Mostrando entradas de marzo, 2021

El milagro secreto (fragmento) “Ficciones”- Jorge Luis Borges

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  El piquete se formó, se cuadró. Hladík, de pie contra la pared del cuartel, esperó la descarga   Una pesada gota de lluvia rozó una de las sienes de Hladík y rodó lentamente por su mejilla;     el sargento vociferó la orden final. El universo físico se detuvo.   Las armas convergían sobre Hladík, pero los hombres que iban a matarlo estaban inmóviles. El brazo del sargento eternizaba un ademán inconcluso.   En una baldosa del patio una abeja proyectaba una sombra fija. El viento había cesado, como en un cuadro.  Hladík ensayó un grito, una sílaba, la torsión de una mano. Comprendió que estaba paralizado. No le llegaba ni el más tenue rumor del impedido mundo. Pensó estoy en el infierno, estoy muerto . Pensó estoy loco .  Pensó el tiempo se ha detenido . Luego reflexionó que en tal caso, también se hubiera detenido su pensamiento.   Quiso ponerlo a prueba: repitió (sin mover los labios) la misteriosa cuarta égloga de Virgilio. Imaginó que los y

El Evangelio según Marcos. (fragmento) Jorge Luis Borges.

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  El día siguiente comenzó como los anteriores, salvo que el padre habló con Espinosa y le preguntó si Cristo se dejó matar para salvar a todos los hombres.  Espinosa, que era libre pensador pero que se vio obligado a justificar lo que les había leído, le contestó:          —Sí. Para salvar a todos del infierno.          Gutre le dijo entonces:          —¿Qué es el infierno?          —Un lugar bajo tierra donde las ánimas arderán y arderán.          —¿Y también se salvaron los que le clavaron los clavos?          —Sí —replicó Espinosa cuya teología era incierta.           Había temido que el capataz le exigiera cuentas de lo ocurrido anoche con su hija.          Después del almuerzo, le pidieron que releyera los últimos capítulos. Espinosa durmió una siesta larga, un leve sueño interrumpido por persistentes martillos y por vagas premoniciones. Hacia el atardecer se levantó y salió al corredor. Dijo como si pensara en voz alta:          —Las aguas están bajas. Ya fal

Las ruinas circulares - Ficciones -Jorge Luis Borges

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  Nadie lo vio desembarcar en la unánime noche, nadie vio la canoa de bambú sumiéndose en el fango sagrado, pero a los pocos días nadie ignoraba que el hombre taciturno venía del Sur y que su patria era una de las infinitas aldeas que están aguas arriba, en el flanco violento de la montaña, donde el idioma zend no está contaminado de griego y donde es infrecuente la lepra. El propósito que lo guiaba no era imposible, aunque sí sobrenatural. Quería soñar un hombre: quería soñarlo con integridad minuciosa e imponerlo a la realidad. Lo soñó activo, caluroso, secreto, del grandor de un puño cerrado, color granate en la penumbra de un cuerpo humano aun sin cara ni sexo; con minucioso amor lo soñó, durante catorce lúcidas noches. En el sueño del hombre que soñaba, el soñado se despertó... El propósito de su vida estaba colmado; el hombre persistió en una suerte de éxtasis. El término de sus cavilaciones fue brusco, pero lo prometieron algunos signos. Pri