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FRANKENSTEIN!! (Mary Shelley, 1818)

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  Carta 4   A la señora Saville, Inglaterra   5 de agosto de 17 ...   Nos ha ocurrido un accidente tan extraño, que no puedo dejar de anotarlo, si bien es muy probable que me veas antes de que estos papeles lleguen a tus manos. El lunes pasado (31 de julio) nos hallábamos rodeados por el hielo, que cercaba el barco por todos los lados, dejándonos apenas el agua precisa para continuar a flote. Nuestra situación era algo peligrosa, sobre todo porque nos envolvía una espesa niebla. Decidimos, por tanto, permanecer al pairo con la esperanza de que adviniera algún cambio en la atmósfera yel tiempo. Hacia las dos de la tarde, la niebla levantó y observamos, extendiéndose en todas direcciones, inmensas e irregulares capas de hielo que parecían no tener fin. Algunas de mis compañeros lanzaron un gemido, y yo mismo empezaba a intranquilizarme, cuando de pronto una insólita imagen acaparó nuestra atención ydistrajo nuestros pensamientos de la situación en la que nos encontrábamos. Como a media m

El proveedor de iniquidades Monk Eastman (J.L.Borges, Historia Universal de la Infamia)-fragmento

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  A los diecinueve años, hacia 1892, abrió con el auxilio de su padre una pajarería. Curiosear el vivir de los animales, contemplar sus pequeñas decisiones y su inescrutable inocencia, fue una pasión que lo acompañó hasta el final. En ulteriores épocas de esplendor, cuando rehusaba con desdén los cigarros de hoja de los pecosos sachems de Tammany o visitaba los mejores prostíbulos en un coche automóvil precoz, que parecía el hijo natural de una góndola abrió un segundo y falso comercio, que hospedaba cien gatos finos y más de cuatrocientas palomas —que no estaban en venta para cualquiera. Los quería individualmente y solía recorrer a pie su distrito con un gato feliz en el brazo, y otros que lo seguían con ambición. Era un hombre ruinoso y monumental. El pescuezo era corto, como de toro, el pecho inexpugnable, los brazos peleadores y largos, la nariz rota, la cara aunque historiada de cicatrices menos importante que el cuerpo, las piernas chuecas como de jinete o de marinero. Podía pre

Moby Dick #Melville 2022

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“Oh, the rare old Whale, mid storm and gale/In his ocean home will be/A giant in might, where might is right,/And King of the boundless sea.”(Whale Song) Call me Ishmael: (Llámame Ismael) C.4. La colcha (The counterpane)"A la mañana siguiente, al despertarme cerca del alba, descubrí que Queequeg había echado un brazo sobre mí del modo más tierno y afectuoso." cap IX, el sermón Desde su púlpito en forma de proa el Padre Mapple vocifera la historia bíblica más marinera, la de Jonás y la ballena XVI The ship (El barco) "Long seasoned and weather-stained in the typhoons and calms of all four oceans..." (Estacionado por el tiempo y curtido por los tifones y las calmas de los cuatro océanos) me declaro oficialmente fan incondicional de Queequeg 💖 quien no duda y se tira de cabeza al mar a salvar a quien se había burlado de él hacía un rato c.26/27 Knights and Squires Starbuck & Stubb Ahab c 49/50 "...lo que poco antes parecía cosa de enorme importancia, al fin

Hombre de la esquina rosada

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  A Enrique Amorim A mí, tan luego, hablarme del finado Francisco Real. Yo lo conocí, y eso que estos no eran sus barrios porque él sabía tallar más bien por el Norte, por esos laos de la laguna de Guadalupe y la Batería. Arriba de tres veces no lo traté, y eas en una misma noche, pero es noche que no se me olvidará, como que en ella vino la Lujanera porque sí, a dormir en mi rancho y Rosendo Juárez dejó, para no volver, el Arroyo. A ustedes, claro que les falta la debida esperiencia para reconocer ese nombre, pero Rosendo Juárez el Pegador, era de los que pisaban más fuerte por Villa Santa Rita. Mozo acreditao para el cuchillo, era uno de los hombres de don Nicolás Paredes, que era uno de los hombres de Morel. Sabía llegar de lo más paquete al quilombo, en un oscuro, con las prendas de plata; los hombres y los perros lo respetaban y las chinas también; nadie inoraba que estaba debiendo dos muertes; usaba un chambergo alto, de ala finita, sobre la melena grasienta; la suerte lo mimaba,

Tigres azules (BORGES)

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  Tigres Azules Jorge Luis Borges (Argentina) Una famosa página de Blake hace del tigre un fuego que resplandece y un arquetipo eterno del mal; prefiero aquella sentencia de Chesterton, que lo define como símbolo de terrible elegancia. No hay palabras, por lo demás, que puedan ser cifra del tigre, forma que desde hace siglos habita la imaginación de los hombres. Siempre me atrajo el tigre. Sé que me demoraba, de niño, ante cierta jaula del zoológico; nada me importaban las otras. Juzgaba a las enciclopedias y a los libros de historia natural por los grabados de los tigres. Cuando me fueron revelados los Jungle Books, me desagradó que Shere Khan, el tigre, fuera el enemigo del héroe.  A lo largo del tiempo, ese curioso amor no me abandonó. Sobrevivió a mi paradójica voluntad de ser cazador y a las comunes vicisitudes humanas. Hasta hace poco -la fecha me parece lejana, pero en realidad no lo es- convivió de un modo tranquilo con mis habituales tareas en la Universidad de Lahore. Soy pro